Holocausto: del hebreo, La Catástrofe
San Luis Potosí, S.L.P. 2 febrero, 2015
JAIME CHALITA ZARUR
Aún después de 70 años se recuerda el horror que representa el haber vivido el Holocausto y que, para conmemorarlo, se reunieron las personas que lo sobreviven, asistiendo como testigos en el mismo como, Auschwitz. Llegaron de todas partes del Mundo para rendir homenaje a los millones de judíos muertos. Llenos de dolor y exclamando el no tener alguna tumba para sus familiares, asistieron al lugar del horror, con el consuelo que alienta en ínfima fracción, pues sabían en donde habían muerto.
La vida es el valor supremo, sin este valor no existe, nada podría ser apreciado, nada tendría sentido en lo absoluto, todo es y no es, todo existe y no. Vivimos tiempos en que la vida ya no representa ese valor supremo, pareciera que es un término anacrónico y perdió vigencia pero que, en algunas ocasiones y, con más frecuencia, se le pone precio y, no necesariamente en monetario pero sí, en función de obtener algún beneficio que finalmente será material.
Los sobrevivientes de Auschwitz, recordaron el horror que, aún se respira ahí y, rindieron honor a quienes perecieron, víctimas de la locura. La humanidad debería estar agradecida con este peregrinar de personas cada año, pues con ello nos recuerdan lo que es capaz de hacer la maldad de ser humano en persecución del poder y el dinero para mandar en donde se plazca. En nuestro país, guardadas la proporciones y con el debido respeto, existe y se da, algo así como un holocausto; vidas que se pierden todos los días en esta guerra en contra de la delincuencia, vidas perdidas que con algo de suerte serán encontrados los cuerpos pero que, no para todos los deudos será lo mismo, pues ya son muchas las personas que han desaparecido por la fuerza y para ellos no habrá un sepulcro en donde recordarlos, o cuando menos una ubicación en donde se este certero, fue ahí el último lugar en donde se vieron con vida. En nuestro País se da el fenómeno de los cuerpos sin nombre, pero también y, ahora, los nombres sin cuerpos.
Se ha hecho ya pública la verdad histórica, así lo califica, en voz del Procurador de la República Mexicana, en el caso de Los Normalistas de Ayotzinapa, la PGR reitera que los normalistas están muertos y, adiciona en una larga rueda de prensa, con vídeos y 385 declaraciones de los presuntos culpables en número de 99 y, así lo serán hasta que un juez los considere en forma terminante culpables.
Por parte de los padres de estos jóvenes, han dicho que no están conformes con el resultado porque las declaraciones fueron arrancadas bajo coacción y por ello la investigación, no puede ser concluyente.
¿Cuántos compatriotas hemos perdido? ¿Cuántos están desaparecidos? Seguro estoy que la respuesta de muchos mexicanos es, muchos, hombres y mujeres, con el agravante de haber sido vidas jóvenes que se han perdido y con ello la esperanza de un México que los necesita vivos.
No solo es Ayotzinapa, Tlatlaya, son los niños de la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora, la masacre de Villas de Salvacar, en Ciudad Juárez, ya a cinco años donde mataron a 15 jóvenes y dejaron 10 heridos, las acecinadas de Cd. Juárez, los más de 22 mil desaparecidos, de quienes no se encuentran sus cuerpos y, ahora la desgracia del Hospital Materno Infantil. Mucho más estoy seguro, pasa y ha pasado en México para nuestra desgracia.
Ya no caben las preguntas, hoy es claro, se perdió el rumbo de nuestra Patria. Había iniciado en nuevo sexenio en diciembre de 2012, se recibió una República decadente, todos éramos y somos culpables, unos por deshonestos y otros por omisos, unos por conveniencia y otros por recibir migajas. Había que seguir adelante pero, los mezquinos intereses de poder, no nos dejaron, nos ataron a la derrota y división social y, una nación dividida no puede confrontar los embates internos, menos los del exterior. Mal y de malas, tenemos que reencontrarnos y luchar por enderezar nuestro rumbo.
Mexico tiene su holocausto, pero no solo el sacrificio de los jóvenes normalista y lo demás que que he comentado, nuestro país tiene heridas en su historia, como la del 2 de Octubre, Matanza del Jueves de Corpus, 1971, así como otros episodios de nuestra vida social y política, sin olvidar a Colosio. Muchos torturados y quemados, miles de personas sacrificadas en la que en la última docena de años, con números inciertos que van de sesenta mil , a cien mil. Nadie sabe en donde están, nadie, y si es que sabe no se quiere decir, el miedo nos ha atrapado.
Este es nuestro holocausto mexicano, este es el que nunca se va a olvidar, nunca quedara fuera de la protesta, del mismo modo que lo han sido los movimientos que han abierto heridas si curar y con hemorragia continua. Mas vale que no se olviden, mas vale que no se repita.
La protesta social de las injusticias, tienen que estar apartada de movimientos políticos e intereses de grupo. Tendrá que estar en nuestras mentes y será elemento vital para que nunca se repita y sea una idea fija en la mente de quienes se deberían de encargar de nuestra seguridad.
¿Hasta cuando México? Y somos todos, pues responsables, también somos todos.
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