Los tiempos en los que apelábamos, exigíamos la aplicación de la ley en contra de los infractores, esporádicos o, permanentes , causándonos indignación que nos provocaba enojo, parece que se han ido.
Los agravios a nuestro patrimonio y persona, las tropelías que los delincuentes nos causan daños que no merecemos, parece que han vuelto parte de lo cotidiano y vamos quedado en el olvido de la justicia.
Durante mucho tiempo pedimos, solicitamos, requerimos y exigimos de la sociedad, no perder jamás la capacidad de indignación que, ahora parece que se ausenta y me da la impresión que el miedo nos gana, no solo nos paraliza socialmente a tal grado que casi nadie se interesa por lo que sucede a otras personas también, dejando huecos enormes por donde circula la arbitrariedad para convertirse luego la impunidad.
Factores y, muchos, se conjugan para estar viviendo un desorden social que parece que no termina. Las familias rotas, las comodidades, la pragmático, las avaricias, lo fútil, las soberbias etcétera. Para colmo, a todo ello poco importa lo que le pase a los demás y la gobernabilidad se ve ya insostenible frente a la falta del número disminuido de personas que vigilan.
Ha pasado el 25 N. Un día en el que se conmemora el día internacional para la eliminación de la violencia en contra de la mujer pero, la brutalidad no se termina. Hoy más que nunca se maltrata, golpea y asesina a las mujeres con una saña fuera de toda imaginación, en otros momentos de la vida pero, disminuida nuestra indignación y la exigencia de que esto pare, la impunidad crece y lo,hace muy rápido.
Matar a una mujer o, a una persona cualquiera es muy fácil, sale barato ente el número enorme de personas que mueren violentamente y que superan las fuerzas de las personas que investigan. Son muy superadas en número versus los violentos crímenes que pasan cada día. La violencia nos hace víctimas, la impunidad más.
Mucha opiniones se alzan para exigir que regrese el miedo a los delincuentes, lo que está muy lejos de suceder pues en primer lugar tendría que aplicarse el rigor de los derechos humanos, solo a quienes estén dentro de la ley y no, a quienes la infringen; no para quienes asesinan a personas trabajadoras. Replantear este tema socialmente es muy importante o, quizás igualmente quede en el olvido.
@jaiemchalita
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